
"El Obispo en la comuni?n eclesial"
Convergencias:
a) En la perspectiva del Concilio Vaticano II, los Obispos, como sucesores de los Ap?stoles, est?n al servicio de la comuni?n que se realiza en la Iglesia local, entre las Iglesias, y con toda la Iglesia. Se puede comprender adecuadamente la figura del Obispo en el tejido de las relaciones con la porci?n del pueblo de Dios a ?l confiada, con el presbiterio y los di?conos, con las personas consagradas, con los otros Obispos y con el obispo de Roma, en una perspectiva orientada siempre a la misi?n.
b) En su Iglesia, el Obispo es el primer responsable del anuncio del Evangelio y de la liturgia. Gu?a a la comunidad cristiana y promueve el cuidado de los pobres. Como principio visible de unidad, tiene particularmente la tarea de coordinar los diversos carismas y ministerios suscitados por el Esp?ritu para el anuncio del Evangelio y el bien com?n de la comunidad. Este ministerio es realizado en manera sinodal, cuando el gobierno se ejercita desde la corresponsabilidad; la predicaci?n, desde la escucha del Pueblo fiel de Dios; la santificaci?n y la celebraci?n lit?rgica, desde la humildad y desde la conversi?n.
c) El Obispo tiene un papel insustituible para poner en marcha y animar el proceso sinodal en la Iglesia local, promoviendo la circularidad entre ?todos, algunos y uno?. El ministerio episcopal (el ?uno?) valora la participaci?n de ?todos? los fieles, gracias a la aportaci?n de ?algunos? m?s directamente involucrados en procesos de discernimiento y de decisi?n (organismos de participaci?n y de gobierno). La convicci?n con la que el Obispo asuma la perspectiva sinodal y el estilo con el que ejercite la autoridad influyen de manera determinante en la participaci?n de sacerdotes y di?conos, de laicos y laicas, consagradas y consagrados. El Obispo est? llamado a ser, para todos, un ejemplo de sinodalidad.
d) En los contextos en los que se percibe a la Iglesia como familia de Dios, el Obispo es considerado como el padre de todos. Pero, en las sociedades secularizadas, se experimenta una crisis de su autoridad. Es importante no perder la referencia a la naturaleza sacramental del episcopado, para no asimilar la figura del Obispo a una autoridad civil.
e) Las esperanzas respecto al Obispo, con frecuencia, son muy altas, y muchos Obispos se lamentan de una sobrecarga de compromisos administrativos y jur?dicos que les hacen dif?cil realizar plenamente su misi?n. Tambi?n el Obispo debe contar con su propia fragilidad y con sus limitaciones y no siempre encuentra apoyo humano o espiritual. No es rara la experiencia de una cierta soledad. Por esto, es importante, por un lado, volver a poner en el centro de atenci?n los aspectos esenciales de la misi?n del Obispo y, por otro, cultivar una aut?ntica fraternidad entre el Obispo y su presbiterio.
Cuestiones que afrontar:f) Desde el plano teol?gico, hay que profundizar m?s sobre el significado del lazo de reciprocidad entre el Obispo y la Iglesia local. ?l est? llamado a guiarla y, al mismo tiempo, a reconocer y custodiar la riqueza de su historia, de su tradici?n y de los carismas que en ella est?n presentes.
g) Hay que profundizar en la relaci?n entre sacramento del Orden y jurisdicci?n, a la luz del magisterio conciliar de Lumen Gentium y de las ense?anzas m?s recientes, como la Constituci?n apost?lica Praedicate Evangelium, para precisar los criterios teol?gicos y can?nicos que est?n en la base del principio de compartir las responsabilidades del Obispo y determinados ?mbitos, formas e implicaciones de la corresponsabilidad.
h) Algunos Obispos sienten disgusto cuando se les pide intervenir sobre cuestiones de fe y de moral sobra las que en el episcopado no hay pleno acuerdo. Es necesario reflexionar m?s sobre la relaci?n entre colegialidad episcopal y diversidad de visiones teol?gicas y pastorales.
i) Una cultura de la transparencia y el respeto a los procedimientos previstos para la tutela de los menores y de las personas vulnerables son parte integrante de una Iglesia sinodal. Es necesario, adem?s, desarrollar estructuras dedicadas a la prevenci?n de los abusos. La cuesti?n delicada de la gesti?n de los abusos sit?a a muchos Obispos en la dificultad de conciliar el papel de padre con el de juez. Se pide evaluar la oportunidad de confiar la tarea judicial a otra instancia, que habr?a que precisar can?nicamente.
Propuestas:j) Que se activen, en formas que jur?dicamente hay que definir, estructuras y procesos de verificaci?n regular de la tarea del Obispo, con referencia al estilo de su autoridad, a la administraci?n de los bienes de la di?cesis, al funcionamiento de los organismos de participaci?n y a la tutela respecto a todo tipo de abuso. La cultura del rendir cuentas es parte integrante de una Iglesia sinodal que promueve la corresponsabilidad, adem?s de un posible baluarte contra los abusos.
k) Se pide hacer obligatorio el Consejo episcopal (can, 473 ? 4) y el Consejo pastoral diocesano eparquial (CIC can, 511, CCEU, can, 272) y hacer m?s operativos, tambi?n a nivel de derecho, los organismos diocesanos de corresponsabilidad.
l) La Asamblea pide poner en marcha una revisi?n de los criterios de selecci?n de los candidatos al episcopado, equilibrando la autoridad del Nuncio apost?lico con la participaci?n de la Conferencia Episcopal. Se pide tambi?n la ampliaci?n de la consulta al Pueblo de Dios, escuchando a un mayor n?mero de laicos y laicas, consagradas y consagrados, teniendo cuidado en evitar presiones inoportunas.
m) Muchos Obispos manifiestan la exigencia de repensar el funcionamiento y reforzar la estructura de las Metr?polis (provincias eclesi?sticas) y de las Regiones, para que sean expresi?n concreta de la colegialidad en un territorio, y ?mbitos en los que los Obispos puedan experimentar la fraternidad, el apoyo mutuo, la transparencia y una m?s amplia consulta.
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