6to. d?a de la Novena de San Nicol?s de Bari
"La Iglesia es misi?n"
Convergencias:
a) Mejor que decir que la Iglesia tiene una misi?n, afirmamos que la Iglesia es misi?n. ?Como el Padre me ha enviado, as? tambi?n os env?o yo? (Jn 20,21): La Iglesia recibe de Cristo, el Enviado del Padre, la propia misi?n. Sostenida y guiada por el Esp?ritu Santo, ella anuncia y da testimonio del Evangelio a cuantos no lo conocen o no lo acogen, con la opci?n preferencial por los pobres, enraizada en la misi?n de Jes?s. De este modo, contribuye a la llegada del Reino de Dios, del que ?constituye el germen e inicio? (cfr. LG 5).
b) Los sacramentos de la iniciaci?n cristiana confieren a todos los disc?pulos de Jes?s la responsabilidad de la misi?n de la Iglesia. Laicos y laicas, consagradas y consagrados y ministros ordenaros tienen igual dignidad. Han recibido carismas y vocaciones diversas y ejercen roles y funciones diferentes, todos llamados y nutridos por el Esp?ritu Santo para formar un solo cuerpo de Cristo. Todos disc?pulos, todos misioneros, en la vitalidad fraterna de las comunidades locales que experimentan la dulce y confortante alegr?a de evangelizar. El ejercicio de la corresponsabilidad es esencial para la sinodalidad y es necesario a todos los niveles de la Iglesia. Cada cristiano es una misi?n en este mundo.
c) La familia es columna maestra de toda comunidad cristiana. Los padres, los abuelos y todos los que conviven y comparten su fe en familia son los primeros misioneros. La familia, en cuanto comunidad de vida y de amor, es un lugar privilegiado de educaci?n en la fe y en la pr?ctica cristiana, y necesita un especial acompa?amiento al interior de la comunidad. El apoyo es necesario, sobre todo, para los padres que deben conciliar el trabajo, tambi?n al interno de la comunidad eclesial y en el servicio de la misi?n, con las exigencias de la vida familiar.
d) La misi?n es gracia que compromete a toda la Iglesia. Los fieles laicos contribuyen de manera vital a realizarla en todos los ambientes y en las situaciones m?s ordinarias de cada d?a. Ellos son, sobre todo, los que hacen presente a la Iglesia y anuncian el Evangelio en las culturas del ambiente digital, que tiene un impacto tan fuerte en el mundo, en las culturas juveniles, en el mundo del trabajo, de la econom?a, de la pol?tica, de las artes y de la cultura, en la investigaci?n cient?fica, en la educaci?n y en la formaci?n, en el cuidado de la Casa com?n y, de modo particular, en la participaci?n en la vida p?blica. Ah? deben estar presentes, porque est?n llamados a dar testimonio de Cristo en la vida de cada d?a y a compartir expl?citamente la fe con los otros. En particular los j?venes, con sus dones y sus fragilidades, al tiempo que crecen en la amistad con Jes?s, se hacen ap?stoles del Evangelio entre sus coet?neos.
e) Los fieles laicos est?n siempre muy presentes y activos en el servicio al interior de las comunidades cristianas. Muchos de ellos componen y animan comunidades pastorales, sirven como educadores en la fe, te?logos y formadores, animadores espirituales y catequistas y participan en diferentes organismos parroquiales y diocesanos. En muchas regiones, la vida de las comunidades cristianas y la misi?n de la Iglesia recaen sobre la figura de los catequistas. Adem?s, los laicos prestan el servicio del safeguarding y de la administraci?n. Su aportaci?n es indispensable para la misi?n de la Iglesia; hay que cuidar, por tanto, que adquieran las competencias necesarias.
f) Los variados carismas de los laicos son dones del Esp?ritu Santo a la Iglesia que deben promoverse, reconocerse y valorarse totalmente. En algunas situaciones puede suceder que laicos sean llamados a suplir la falta de sacerdotes, con el riesgo de que el car?cter propiamente laical de su apostolado disminuya. En otros contextos, puede suceder que sean los presb?teros los que lo hagan todo y los carismas y ministerios de los laicos sean ignorados o infrautilizados. Est? tambi?n el peligro, expresado por muchos en la Asamblea, de ?clericalizar? a los laicos, creando una especie de ?lite que perpet?a las desigualdades y las divisiones en el Pueblo de Dios.
g) La pr?ctica de la misi?n ad gentes supone un enriquecimiento rec?proco de Iglesias, porque no abarca s?lo a los misioneros, sino a la entera comunidad, que se ve estimulada a la oraci?n, al compartir los bienes y al testimonio. Tambi?n las Iglesias pobres de clero no deben renunciar a este compromiso, al tiempo que aquellas en las que florecen las vocaciones al ministerio ordenado pueden abrirse a la cooperaci?n pastoral, desde una l?gica genuinamente evang?lica. Todos los misioneros - laicos, laicas, consagradas y consagrados, di?conos, presb?teros, en particular los miembros de institutos misioneros y los misioneros fidei donum, por la vocaci?n que les es propia, son un recurso importante para crear lazos de conocimiento e intercambio de dones.
h) La misi?n de la Iglesia continuamente se renueva y se alimenta en la celebraci?n de la Eucarist?a, en particular cuando se pone en primer plano su car?cter comunitario y misionero. Cuestiones que afrontar.
i) Es necesario continuar profundizando la comprensi?n teol?gica de las relaciones entre carismas y ministerios en perspectiva misionera.
j) El Vaticano II y el magisterio sucesivo presentan la misi?n espec?fica de los laicos en t?rminos de santificaci?n de las realidades temporales o seculares. Sin embargo, en lo concreto de la pr?ctica pastoral, a nivel parroquial, diocesano y, recientemente, tambi?n universal, es cada vez m?s frecuente confiar a los laicos encargos y ministerios al interior de la Iglesia. La reflexi?n teol?gica y las disposiciones can?nicas deben conciliarse con estos importantes desarrollos y empe?arse en evitar dualismos que podr?an comprometer la percepci?n de la unidad de la misi?n de la Iglesia.
k) En la promoci?n de la corresponsabilidad para la misi?n de todos los bautizados, reconozcamos las capacidades apost?licas de las personas con discapacidades. Queremos valorar la aportaci?n a la evangelizaci?n que proviene de la inmensa humanidad que poseen. Reconocemos sus experiencias de sufrimiento, marginaci?n, discriminaci?n, a veces sufridas dentro de la misma comunidad cristiana.
l) Las estructuras pastorales hay que organizarlas de manera que ayuden a la comunidad a hacer surgir, reconocer y animar los carismas y ministerios laicales, insert?ndolos en el dinamismo misionero de la Iglesia sinodal. Bajo la gu?a de sus pastores, las comunidades ser?n capaces de enviar y sostener a aquellos que han enviado. Se entender?n, por tanto, principalmente al servicio de la misi?n que los fieles llevan adelante al interno de la sociedad, en la vida familiar y laboral sin concentrarse exclusivamente en las actividades que desarrollan hacia dentro y sobre sus necesidades organizativas.
m) La expresi?n ?una Iglesia toda ministerial?, utilizada por el Instrumentum laboris puede prestarse a malentendidos. Que se profundice en su significado, para clarificar eventuales ambig?edades.
Propuestas:n) Se percibe la necesidad de una mayor creatividad en la instituci?n de ministerios en base a las exigencias de las Iglesias locales, con una particular implicaci?n de los j?venes. Se puede pensar en ampliar posteriormente las tareas del ministerio de lector, ya instituido, que ya hoy no se limitan a la funci?n desarrollada durante la liturgia. De este modo se podr?a configurar un verdadero y propio ministerio de la Palabra de Dios que, en contextos apropiados, podr?a incluir tambi?n la predicaci?n. Expl?rese tambi?n la posibilidad de instituir un ministerio que pudiera conferirse a parejas casadas para apoyar la vida familiar y para acompa?ar a las personas que se preparan para el sacramento del matrimonio.
o) Se invita a las Iglesias locales a determinar formas y ocasiones en las que dar visibilidad y reconocimiento comunitario a carismas y ministerios que enriquecen a la comunidad. Esto podr?a hacerse en una celebraci?n lit?rgica dentro de la cual se conf?a el mandato pastoral.
