
"Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia"
Convergencias:
A la Iglesia, los pobres le piden amor. Por amor se entiende respeto, acogida y reconocimiento, sin los cuales, proporcionar comida, dinero o servicios sociales representa una forma de asistencia, ciertamente importante, pero que no se hace plenamente cargo de la dignidad de la persona. Respeto y reconocimiento son instrumentos potentes para la activaci?n de las capacidades personales, de modo que cada uno sea sujeto del propio itinerario de crecimiento y no objeto de acciones asistenciales de otros.
La opci?n preferencial por los pobres est? impl?cita en la cristolog?a: Jes?s, pobre y humilde, hizo amistad con los pobres, camin? con los pobres, comparti? la mesa con los pobres y denunci? las causas de la pobreza. Para la Iglesia, la opci?n por los pobres y los descartados antes que una categor?a cultural, sociol?gica, pol?tica o filos?fica, es una categor?a teol?gica. Para S. Juan Pablo II, Dios concede a ellos, los primeros, su misericordia. Esa preferencia divina tiene consecuencias en la vida de todos los cristianos, llamados a tener ?los mismos sentimientos de Cristo Jes?s? (Fil 2,5).
No hay una sola manera de pobreza. Entre los muchos rostros de los pobres, est?n los de todos aquellos que no tienen lo necesario para vivir una vida digna. Est?n adem?s los de los migrantes y refugiados; los pueblos ind?genas, originarios y afrodescendientes, las v?ctimas de la violencia y del abuso, en particular mujeres; personas con dependencias; minor?as a las que sistem?ticamente se les niega la voz; ancianos abandonados; las v?ctimas del racismo, de la explotaci?n y de la trata, en particular de menores; trabajadores explotados, excluidos econ?micamente y otros que viven en las periferias. Los m?s vulnerables entre los vulnerables, a favor de los cuales es necesaria una constante acci?n de defensa, son los ni?os en el seno materno de sus madres. La Asamblea es consciente del grito de los ?nuevos pobres?, producto de las guerras y del terrorismo que martirizan a muchos pa?ses en los diversos continentes, y condena los sistemas pol?ticos y corruptos que son su causa.
Junto a las muchas formas de pobreza material, nuestro mundo conoce tambi?n las formas de pobreza espiritual, entendida como falta del sentido de la vida. Una excesiva preocupaci?n por s? mismos puede conducir a ver en los otros una amenaza y, as?, recluirse en el individualismo. Como ha sido notado, cuando se juntan las pobrezas materiales y las espirituales, pueden encontrar las respuestas a sus necesidades la una en la otra. Es este un modo para caminar juntos que hace concreta la perspectiva de la Iglesia sinodal que nos descubrir? el sentido pleno de la bienaventuranza evang?lica: ?dichosos los pobres en el esp?ritu? (Mt 5,3).
Estar al lado de los pobres significa empe?arse con ellos tambi?n en el cuidado de la Casa com?n: el grito de la tierra y el grito de los pobres son el mismo grito. La falta de reacciones convierte la crisis ecol?gica y, en particular, los cambios clim?ticos en una amenaza para la sobrevivencia de la humanidad, como lo subraya la exhortaci?n apost?lica Laudate Deum del Papa Francisco, coincidiendo con la apertura de la Asamblea sinodal. Las Iglesias de los pa?ses m?s expuestos a las consecuencias de los cambios clim?ticos tienen viva conciencia de la urgencia de un cambio de ruta y esto representa una aportaci?n al camino de las otras Iglesias del planeta.
El compromiso de la Iglesia debe llegar a las causas de la pobreza y de la exclusi?n. Esto comprende la acci?n para tutelar los derechos de los pobres y excluidos, y puede requerir la denuncia p?blica de las injusticias, sean perpetradas por individuos, gobiernos, empresas o estructuras de la sociedad. Es fundamental, por esto, escuchar sus instancias, sus puntos de vista, para poder prestarles la voz, usando sus palabras.
Los cristianos tienen el deber de comprometerse en la participaci?n activa para la construcci?n del bien com?n y en la defensa de la dignidad de la vida, tomando la inspiraci?n de la doctrina social de la Iglesia y obrando de diversas formas (compromiso en las organizaciones de la sociedad civil, en los sindicatos, en los movimientos populares, en el asociacionismo de base, en el campo de la pol?tica, etc.). La Iglesia expresa una profunda gratitud por su acci?n. Las comunidades apoyen a cuantos act?an en estos campos con aut?ntico esp?ritu de caridad y de servicio. Su acci?n es parte de la misi?n de la Iglesia, del anuncio del Evangelio y de la colaboraci?n a la llegada del Reino de Dios.
En los pobres, la comunidad cristiana encuentra el rostro y la carne de Cristo, que, siendo rico, se hizo pobre. Para enriquecernos a todos con su pobreza? (2Cor 8,9). Est? llamada no s?lo a hacerse pr?xima a ellos, sino a aprender de ellos. Si hacer s?nodo significa caminar junto a Aquel que es el camino, una Iglesia sinodal necesita poner a los pobres en el centro de su propia vida: a trav?s de sus propios dolores tienen conciencia directa del Cristo sufriente (cfr. Evangelii Gaudium n.198). La semejanza de su vida con la del Se?or, hace a los pobres anunciadores de una salvaci?n recibida como don y testimonios de la alegr?a del Evangelio.
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